martes, julio 9

T -175. ¡Imposible!

Cuando Cortázar comenzó a escribir Rayuela en 1958, le cuenta por carta a Francisco Porrúa su editor, lo siguiente: "Será, me temo, bastante ilegible" [...] "Quiero decir que no será lo que suele entenderse por novela, sino una especie de resumen de muchos deseos, de muchas nociones, de muchas esperanzas y también, por qué no, de muchos fracasos".

Más adelante, en 1959 le agrega: "Mi problema, hoy en día, es un problema de escritura, porque las herramientas con que he escrito mis cuentos ya no me sirven para hacer esto que quisiera hacer antes de morirme. Y por eso”, añade, “muchos lectores que aprecian mis cuentos habrán de llevarse una amarga desilusión si alguna vez termino y publico esto en que estoy metido”.

Hoy los mensajes de correo electrónico se pierden, pero qué bueno que hayan podido conservarse estas cartas ¿Qué me dicen a mi esas cartas? Julio en algún momento le decía a Porrúa: “Se van a decepcionar horriblemente, este Cortázar que-iba-tan-bien…” y lo más insólito es que así sucedió.

Cortázar se salió de su "zona de confort" para escribir algo mucho más incómodo que esos cuentos a los que tenía acostumbrado a su público (y a su prosa).

Por motivos como estos fue que abandoné a mi manuscrito en su momento, por considerarlo una bestia tipo hipogrifo (mitad caballo, mitad águila).
 
La verdad es que leer la correspondencia entre Cortázar y Porrúa, que volvió a la superficie con el 50 aniversario de este tótem de la literatura latinoamericana, me ha dado un poco más de ánimo... y un poco más de vergüenza... A ver, no me malinterpretes... Yo no me comparo con este Pan de la literatura, sino con su deseo de experimentar con las formas, los cruces de género, las bizarras creaciones del Dr. Moreau.

En mi caso, no pierdo nada jugando, porque nadie espera nada de mi. Prometí más de una vez terminar esta novela, al punto de parecer Virginia Woolf con las correcciones. Dicen que ella dijo: "En cuanto a mi próximo libro, voy a evitar escribirlo hasta que lo haya elaborado fuertemente en mi mente como una pera madura, colgando, grávida, pidiendo que se la corte o caerá." ¿Bonita forma de decir nunca?

El sólo sentido de este blog, al que acuden quizás 30 o 50 personas por día, es volver al hábito de escribir, de domar a la bestia, de salir de la procrastinación (el arte de hablar de algo y no hacerlo nunca). 

Así que inspirado por Julio y sus temores, enfrento los míos. Hoy me río de los imposibles.






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